Rosetta Tharpe

Pertenece al libro:

(1915-1973)

Caminó 58 años en la delgada línea que divide el cielo del infierno, empezó siendo una cantante de la más pura música cristiano-evangélica y terminó siendo profeta de la «música del diablo», tal y como se denominaba desde los púlpitos, al ROCK, Dios y el diablo, caminan de la mano.
Cotton Plant posee todos los ingredientes para que se produzca la mezcla perfecta. Solo cien kilómetros lo separan del «rio-útero» de todas las músicas, el Mississipi, que, en aquella época, está flanqueado por los más indecentes garitos de madera y mal whisky casero de Norteamérica. Los cruces de cami­nos rodean Cotton Plant y la monotonía de los campos de maíz y algodón se encargan de deprimir a sus escasas mil almas.
Rosetta vive la música desde su nacimiento: su padre nunca deja de cantar mientras se destroza la espalda en los campos de algodón y su madre se des­gañita en los oficios de la Iglesia. Rosetta pronto comenzaría a rascar y golpear las cuerdas de una guitarra mientras acompañaba a su madre durante el culto.
Las actuaciones de Rosetta y su madre en las iglesias pentecostales llegaron a ser tan conocidas, que se anunciaban con semanas de antelación. Rosetta llego a ser conocida como «el milagro de la voz y la guitarra». Grabó algunos discos con grandes orquestas que se empeñaban en disimular la fiereza de su voz, pero dada la precariedad de los contratos que le hacían, no tardó en acabar cantando en algunos de los circuitos más sórdidos de night clubs.
Sus temas empezaron a ser más sincopados, apasionados, sensuales y baila­bles. Presley, Cash, Lee Lewis se nutren del nuevo ritmo creado por Tharpe y llegan a afirmar: «esta mujer canta Rock and Roll». Giró por Europa, superó un infarto, la diabetes le amputó una pierna y final mente falleció en Filadelfia donde fue enterrada en una tumba sin nombre. Tras la emisión de un documen­tal sobre su vida en 2014, se hicieron aportaciones para construir un pequeño túmulo funerario. Sobre la pequeña lápida se puede leer:
«PODÍA CANTAR HASTA HACERTE LLORAR Y LUEGO CANTAR HASTA QUE BAI­LARAS DE ALEGRÍA. AYUDÓ A MANTENER VIVA LA IGLESIA E HIZO DISFRUTAR A LOS SANTOS».